jueves, 15 de mayo de 2014

MI ROMANCE CON PLATERO.

Cada uno de los cursos del cole asistimos a la biblioteca del centro para escuchar "Mi romance con Platero", poema que van a leer en la Delegación Provincial de Educación los representantes del centro en la maratón de poesía que se celebrará el día 16 de mayo.



“MI ROMANCE CON PLATERO”
Autor:  Juan Pablo Martínez

I.
(Carmen Gazaba Moya)
Platero es trotón y alegre,
suave, peludo y tierno,
y parece de algodón
dócil por fuera y por dentro,
y tan blando que parece
que no tuviera ni huesos.
Sólo son duros sus ojos,
como dos cristales negros
que semejan azabaches
brillantes como luceros.

Si lo suelto se va al prado
y haciendo mariposeo
acaricia florecillas
con su hocico aventurero.
Si dulcemente lo miro
y lo convoco: “¡Platero!”
viene hacia mí con un trote
como un cascabeleo.

(Alumno 4 años: Anir Ghalzbouri)
Come cuanto yo le doy,

cuanto en mi mano le ofrezco;
le gustan las mandarinas
y también los higos tiernos
con su gotita de miel
y su morado pellejo.

Es mimoso como un niño,
y seco y fuerte por dentro;
cuando paseo sobre él
los domingos por el pueblo
los hombres del campo dicen
que “parece que tiene asero.”


Acero tiene en el alma
que es de plata al mismo tiempo.


(6º de primaria: Jesús Utrera Domínguez)

Con mi barba nazarena
y de riguroso luto,
con breve sombrero negro
un extraño aspecto luzco,
cabalgando en la blandura
gris y plata de mi rucio.

Cuando yendo hacia las viñas
las últimas calles cruzo
blancas de cal y de sol,
llegan los niños peludos,
los gitanos aceitosos
luciendo brazos osudos,
tensas barrigas tostadas
y harapos de claroscuros.
Corren detrás de nosotros
chillando con gran tumulto:

-¡Ahí va el loco! ¡El loco! ¡El brujo!


(5º de primaria: Andrea Vílchez Fernández)

Delante está el campo verde
frente al cielo inmenso y puro
con un incendiado añil
que ofrece como tributo.

Muy lejos de mis oídos,
ven mis ojos el conjuro
de esa placidez sin nombre,
esa calma del efluvio,
serenidad armoniosa
que, cual mágico conjuro,
desciende del horizonte
sobre el lomo de mi burrro.
Allá por las altas eras
quedan los gritos agudos,
jadeantes y aburridos,
de los gitanos intrusos
que no cesan de chillar:

-¡Ahí va el loco! ¡El loco! ¡El brujo!



(3º primaria: Lucía Barranco Anza)

Nos entendemos muy bien;
él me lleva donde quiero
y yo le dejo a su antojo
ir sin control y sin freno.

Platero sabe que yo
llegando al pino que anhelo,
el pino de la Corona,
me gusta mirar al cielo
por entre su copa clara,
y mimar su tronco viejo;
me gusta la veredilla
que, entre céspedes y espliego,
va hasta la Fuente Vieja;
y observar el riachuelo
es como una gran fiesta
desde lo alto del cerro.
Cuando a veces me adormilo
encima de mi jumento,
mi despertar se abre siempre
a uno de esos sortilegios.

(4ª primaria : Usmail Dem Dem)

Yo lo trato como a un niño
y si el camino es tronero
me bajo para aliviarlo
en las cuestas de mi peso.
A veces lo hago rabiar,
lo engaño y luego lo beso,
y no me guarda rencor
porque sabe que lo quiero.
Es tan idéntico a mí
que sueña mis propios sueños.

Platero se me ha rendido
y me da todo su afecto
como moza apasionada
que responde a los requiebros.
Nunca protesta de nada
y sé que soy su contento;
hasta huye de los burros
y de otros hombres del pueblo.



(Madre: María Castilla Vargas)
Tierno amigo Juan Ramón,
acudo a darte las gracias
por dejarme entrar en ti
y usar tus mismas palabras.

Este poema es para ti,
como una grata plegaria
que te quiero dedicar
porque son tuyas las galas.

Tu alma desde Moguer,
en Puerto Rico o España,
desde un cielo universal
acogerá con bonanza
la intención con que lo hago
y la emoción que me embarga.

Tú has hecho que Platero
sea mi amigo del alma
alzando lo que nos une
más que lo que nos separa
a un hombre de un borriquillo
que también tiene su magia.

Es por eso, Juan Ramón,
que acudimos a darte las gracias
y no sabemos hacerlo mejor,
sino usando tus palabras.


V.
(Alumno 5 años: Miriam Garciolo Castilla)

Platero es suave, peludo y tierno,
y parece de algodón
dócil por fuera y por dentro,
y tan blando que parece
que no tuviera ni huesos.
Sólo son duros sus ojos,
como dos cristales negros
que semejan azabaches
brillantes como luceros.

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…

¡Gracias!

No hay comentarios:

Publicar un comentario